Transcribimos aquí un fragmento del libro Historia de las drogas de Antonio Escohotado donde hace referencia a la historia del cáñamo y el opio.
Aunque el opio no aparece mencionado en sánscrito hasta el
siglo X, los derivados del cáñamo (grifa, kif, haschish) en Extremo Oriente
desde el comienzo de la escritura y constituyen un punto de contacto entre los
árabes y las poblaciones de estos territorios. En el siglo XI un amigo de Omar
Khayam, el llamado “Viejo de la montaña”, Hassan Ibn Al-Sabbah, funda la
llamada orden de los haschischins, de
filiación ismailita y con profundas influencias sufíes, que subsistirá hasta
ser exterminada por los mongoles. Modelo para órdenes europeas como los
templarios y los caballeros teutónicos, los haschischins recibían una provisión abundante del fármaco antes
de partir hacia el combate, y se distinguieron por su bravura; el rey Luis de
Francia estuvo en alguna ocasión a punto de perecer a manos de miembros de la
secta, cuya fama de crueldad constituye el origen de la palabra “asesino”.
Naturalmente, la fama proviene de los propios cruzados, que como buenos
invasores mostraron una total ceguera ante las atrocidades cometidas por ellos
mismos. Es interesante recordar que fue Saladino quien dio lecciones de
caballerosidad a estos caballeros, no sólo tratando de modo ejemplar a los
capturados sino enviando médicos a campamentos enemigos para curar a los enfermos;
de hecho, las virtudes de sus remedios sumieron en admirativo estupor a muchos
cristianos, que de regreso a Europa serían los primeros en defender
preparaciones hechas a base de opio, cáñamo y solanáceas.
Fuente: Escohotado, Antonio. Historia de las drogas/1. Madrid: Editorial Alianza,1989, p. 263.
POR UN CONSUMO LIBRE, INFORMADO Y RESPONSABLE